domingo, 25 de junio de 2017

Un Crucero por el Mediterráneo

Un Crucero muy Especial: Tres Generaciones navegando por el Mediterráneo



Una experiencia inolvidable forjada a raíz del interés de un niño de 13 años por hacer un crucero. Y que mejor forma de hacerlo que con su padre y con su abuelo. Tres Generaciones de un mismo apellido con todo incluido y organizado, sin tener que dedicar ni un solo segundo a pensar en otra cosa que no fuese disfrutar y divertirse.


 
Hacia tiempo que mi hijo y yo queríamos hacer un crucero. Y es que sus abuelos, mis padres, junto con su tía, raro es el año que no se iban en uno. Que sí el Báltico, que si esta ver por el Mediterráneo en un naviera, que si lo hacemos en otra naviera, que si nos vamos 22 días a Dubai, que si cruzamos el Atlántico... Caramba, con lo que nos gusta viajar y teníamos una espinita que no lográbamos quitarnos.


Y así, como el que no quiere la cosa, pedimos permiso a la "jefa" y decidimos que si irnos padre e hijo podía ser una buena idea, si lo hacíamos también con el abuelo, sería perfecto. Tres generaciones juntas.











La aventura comienza en Barcelona, para visitar durante los próximos 8 días Palma de Mallorca, Civitavechia, Génova y Cannes. Y todo en el MSC Orchestra, que si bien no es de los buques más grandes, tiene todo lo necesario para no aburrirse durante mucho, mucho tiempo. Y es que sus 16 plantas no pasan desapercibidas.

Quedaba la duda de cuánto se podía mover o en qué grado uno se podía marear, eterna cuestión de cualquier primerizo en esto de los cruceros, ya que eran muchos los comentarios y los videos que uno puede ver sobre esto. Adelanto que, bien porque el Mediterráneo nos dio una tregua durante toda la semana, bien porque realmente los barcos no se mueven tanto como "los veleros", al final llegó el momento en el que se te olvidaba que estabas navegando. Y lo del mareo, menos todavía. Desconozco si con temporal la cosa sería peor. Habrá que repetir muchas más veces para poder contestar a la pregunta.






El Primer Día, o mejor dicho las primeras horas en el barco, te sientes como un niño, abriendo todas las puertas, visitando todas las cubiertas, recorriendo de un lado a otro los pasillos, entrando en todos los restaurantes... Divertido pero no podemos olvidar que hay que hacer algunas gestiones (asociar una tarjeta de crédito a la tarjeta de pasajero, informarte de algunos servicios, horarios de las tiendas, etc.




El barco ofrece infinidad de actividades pero desde luego una de las más impresionantes son las actuaciones que todas las noches se celebran. Un grupo de actores, cantantes, malabaristas, acróbatas y en definitiva grandes artistas nos deleitan todas las noches. Me quedo entre todos con la cálida pero  a la vez potente voz de Naomi Fernández.







La primera parada amaneciendo el segundo día,  fue en Palma de Mallorca, que aunque 7 días más tarde volveríamos a la isla, esta segunda parada sería de menor tiempo por lo que si quieres ver la ciudad, merece la pena bajarte, recorrer la terminal marítima, coger un autobús o un taxi, y dar un paseo por los alrededores de la Catedral y el Palacio de la Magdalena.





Esa misma noche partimos rumbo a Civitavecchia, pero antes nos esperan 1 día y medio de navegación, pasando entre las islas de Córcega y Cerdeña hacia el Mar Tirreno. Un día de navegación da para mucho, sobre todo para disfrutar íntegramente del barco y la cantidad de actividades que en todo momento tienes disponibles.




Pero sobre todo, para los amantes de la fotografía puedes disfrutar de extraordinarios amaneceres y románticas puestas de sol.



 






El Cuarto Día llegaríamos por tanto a nuestro primer destino italiano, Civitavecchia. Es una ciudad romana de gran tradición pesquera y por su cercanía con la ciudad de Roma también se le llama el "puerto de Roma". Desde aquí salen todas las excursiones a Roma, a unos 80 kilómetros que para los que no conocen la ciudad es un recorrido interesante. Las excursiones se pueden contratar en el mostrador del propio barco, o bien llevarlas contratadas con empresas especializadas, como Excursiones para Cruceros que además de ser algo más baratas, funcionan extraordinariamente bien.



Si por el contrario conocéis Roma como fue nuestro caso, lo mejor es coger el autobús lanzadera gratuito en la propia terminal que te deja a las afueras del puerto, por lo que te da la opción de dar una vuelta por el casco urbano de la ciudad, ver las ruinas romanas que hay por todas partes, la Catedral, el Fuerte de Michelangelo, la Fuente de Vanvitelli, la Puerta de Livorno, etc...







El Quinto Día, tras una noche de navegación, llegaríamos a Génova. Una mañana lúgubre nos esperaba, ideal para ver la ciudad o visitar el Cementerio Monumental de Estaglieno. Y es que nos encontramos en la tesitura de elegir entre una excursión (bien contratada o bien por libre) o coger un autobús público en la salida del puerto para desplazarnos (unos 30 minutos) hasta el propio Cementerio que se encuentra en las afueras. Ojo porque intentar hacer las dos cosas no puede llevar demasiado tiempo y podríamos ir un poco justos para coger el barco.



Nosotros nos repartimos. Abuelo y nieto se fueron a ver Génova a través de un Autobús Turístico y yo me fui al Cementerio.   En todo caso, hay que madrugar si se quieren ver sin mucha gente.








El Cementerio Monumental de Staglieno es uno de esos lugares que necesitas ver una vez en tu vida. 

 




Construido en 1851, es conocido por sus famosas esculturas, talladas por célebres artistas italianos de la época, así como por sus mausoleos y panteones que acompañan el eterno descanso de miles de almas. Evidentemente no todas las familias podían encargar estas verdaderas obras de arte.

Actualmente, el cementerio cuenta con, además de la zona católica y evangelista, con una zona inglesa, otra judía y otra protestante. Sus dimensiones hacen necesario tener incluso un servicio interno de autobuses.


Recorrer sus pasillos llenos de esculturas y nichos, sus caminos y carreteras llenos de mausoleos y tumbas, el bosqueto, rodeado de un silencio absoluto, hacen de esta visita una experiencia mística que te hace sentir algo especial, raramente especial.



El Sexto Día amanecíamos en la bahía de Cannes,  frente a su pequeño puerto, ya que no admite grandes barcos y menos del tipo crucero. Pero es una buena excusa para bajar a tierra en los botes salvavidas que habilitan para tal fin. Una experiencia divertida (sobre todo si el mar está un poquito agitado).


  

Ya en tierra, en la ciudad de Cannes, no tenemos mucho tiempo por lo que nos limitamos a dar un paseo por el paseo marítimo (con las huellas de las manos de algunos famosos artistas que han pasado por el festival), pasar por delante del Casino y de alguno de los hoteles más lujosos de la zona. Imprescindible y curioso visitar el Mercado Forville.

Lo más práctico también es coger el tren turístico que recorre el casco histórico, pasando delante del Castillo y por los lugares más famosos de la ciudad.



El Séptimo Día llegamos al medio día para hacer una parada técnica nuevamente en Palma de Mallorca y salir a media noche hacia Barcelona. Un buen momento para disfrutar del barco mientras el resto de la gente se baja a ver la ciudad.

El Octavo Día finaliza la travesía llegando a Barcelona aunque todavía habría tiempo de visitar los lugares más representativos de la ciudad antes de coger el AVE rumbo a Madrid.












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