Escapa con niños a Cangas de Onís y de paso a la Costa Asturiana
Tener cuatro días libres en diciembre y que además las previsiones climatológicas sean buenas, mientras en casi todo el territorio nacional diluvia, no se puede desaprovechar. Por eso decidimos hacer una visita a Cangas de Onís para ver los Lagos y el Santuario de Covadonga, y de paso, ya ver parte de la costa asturiana que no conocíamos.
Y así, armándonos de valor reservamos en una casa rural junto a Cangas de Onís para ver toda la zona.

Como no podía ser de otra manera, tuvimos que preparar el viaje para ir a tiro hecho y tener que improvisar lo mínimo. Para ello hicimos la siguiente guía que desgloso a continuación.

Como no podía ser de otra manera, tuvimos que preparar el viaje para ir a tiro hecho y tener que improvisar lo mínimo. Para ello hicimos la siguiente guía que desgloso a continuación.
El primer día como siempre lo dedicamos con mucha calma, al viaje de ida, con la idea de comer antes de aterrizar en la casa rural. Como el tráfico fue genial durante todo el trayecto de autovía por la zona de León, nos dio tiempo a recorrer prácticamente todo el viaje y comer junto a Pola de Siero, en un Restaurante que encontramos y tras preguntar a un matrimonio de Oviedo que también había parado, nos recomendó.

Esa misma tarde, una vez organizados, la empleamos para ver con los últimos rayos del sol, la bonita y a la par, turística villa de Cangas de Onís.
Imprescindible el Puente Romano, la Iglesia Parroquial de Cangas de Onís y la pequeña Ermita de Santa Cruz, construida sobre un dolmen (no original), aunque ninguno de los días se encontraba abierta, por lo que no pudimos verlo.
El primer día después de la llegada, al ser día de diario decidimos subir a los lagos, con el dilema de si madrugábamos y subíamos en coche, o lo dejábamos en el parking y cogíamos el autobús. Al final y contra todo pronóstico la mayoría habló a favor del madrugón, y antes de la hora de corte de la carretera, las 8:30 horas, estábamos subiendo la montaña.
Hay que aclarar que en determinadas épocas del año, para evitar problemas de circulación por la masificación de coches y la falta de aparcamiento en los Lagos, se corta la carretera a la altura del Santuario, de 8:30 a 20:30 horas, pudiendo subir solamente en Autobús o Taxi previo pago claro está de una cantidad entre 8 y 12 euros.
Si vais con niños, os recomiendo que madruguéis ya que tiene varias ventajas. La primera es que la cantidad de coches que vais a encontraros arriba en los lagos es mínima y como hasta las 9:00 no sale el primer autobús del P1 de Cangas, tenéis tiempo suficiente para ver los lagos prácticamente solos, sin contar con la experiencia de ver salir el sol justo por detrás de los Picos de Europa.
Allí arriba hay varias rutas de senderismo que podéis hacer con los más peques si vuestra intención es pasar la mañana en Los Lagos.
Si por el contrario solamente queréis haceros unas cuantas fotos, os dará tiempo más que suficiente para emprender la bajada hacia el Santuario, no sin antes hacer parada en algunos miradores, entre los que tienen especial belleza por su paisaje el Mirador de La Reina. Con que lleguéis antes de las 9:30 al Santuario es suficiente para poder aparcar en la zona alta, ya que luego empiezan a llegar los autobuses que lo llenan todo.
Una buena gestión del tiempo y mejor organización, puede hacer que por la tarde os de pie a realizar una visita a Arenas de Cabrales, al Museo del Queso del mismo nombre, además de ver, en el camino, el Mirador del Naranjo de Bulnes y otro menos famoso, el Mirador de Pedro Udaondo, pero que francamente merece más la pena, sobre todo si hace buen tiempo y merendáis en las mesitas que dispone. A él se accede desde Carreña de Cabrales.
Durante el Segundo Día, teníamos el objetivo de ver la zona de la Costa, cruzando hacia Posadas. Antes de llegar a este municipio pasas cerquita, por lo que tuvimos la tentación de hacer el Camin Encantao pero sinceramente ni nuestros cuerpos tenían ganas de hacer mucha caminata, ni tampoco teníamos ganas de dedicarle toda la mañana a esta ruta maravillosa de senderismo ideal para ir con críos. Por tanto seguimos adelante para visitar en primer lugar la Playa de Gulpiyuri. Aunque nos costó encontrarla, todo por no fiarnos del pobre GPS que nos mandaba por un camino al final de una carretera que accedía sin más a la Autovía, finalmente llegamos a un aparcamiento donde se hace necesario dejar el vehículo.
Muchos son los conductores que intentan acercarse más, al paraje natural que forma este complejo, haciendo caso omiso de las indicaciones. ¡No lo hagáis! Dejas el coche, te das un paseíto de 400 metros, y descubres la maravilla de la naturaleza que es la Playa de Gulpiyuri.
Igualmente sucede con la Playa de las Cuevas, en la que salvo dar un paseo por los senderos que salen de la misma playa, con la pleamar poco se puede disfrutar. Otra cosa es en bajamar, ya que te permite pasar por entre las cuevas y arcos hechos por la erosión del mar en al roca.
Por desgracia, el buen tiempo que nos permitió disfrutar al máximo durante todo el viaje, también nos impidió ver los bufones de Pría, última parada planificada antes de la hora del almuerzo. No obstante, acceder se hace complicado ya que la carretera sumamente estrecha por donde apenas cabe un coche, tiene que soportar el va y ven de coches en ambos sentido, por lo que el tapón y atasco están garantizados.
Tras comer en Ribadesella, por la tarde fuimos al pueblecito de Cuevas del Agua, a unos 5 Km, al que curiosamente se accede a través de una cavidad natural de unos 300 metros serpenteantes, donde además de observar su belleza y formaciones calcáreas, estalactitas y estalagmitas se suceden con formas y nombres peculiares.
Pese a que es un paso natural de acceso al pueblo, y por tanto es una de las pocas cuevas por las que se puede transitar en coche, recomiendo dejarlo en el parking que hay en junto a la entrada y hacer el recorrido a pie, eso sí, con muchísimo cuidado sobre todo si vais con niños, ya que el riesgo de atropello es importante.
Por desgracia, el buen tiempo que nos permitió disfrutar al máximo durante todo el viaje, también nos impidió ver los bufones de Pría, última parada planificada antes de la hora del almuerzo. No obstante, acceder se hace complicado ya que la carretera sumamente estrecha por donde apenas cabe un coche, tiene que soportar el va y ven de coches en ambos sentido, por lo que el tapón y atasco están garantizados.
Tras comer en Ribadesella, por la tarde fuimos al pueblecito de Cuevas del Agua, a unos 5 Km, al que curiosamente se accede a través de una cavidad natural de unos 300 metros serpenteantes, donde además de observar su belleza y formaciones calcáreas, estalactitas y estalagmitas se suceden con formas y nombres peculiares.
Pese a que es un paso natural de acceso al pueblo, y por tanto es una de las pocas cuevas por las que se puede transitar en coche, recomiendo dejarlo en el parking que hay en junto a la entrada y hacer el recorrido a pie, eso sí, con muchísimo cuidado sobre todo si vais con niños, ya que el riesgo de atropello es importante.
Como colofón a la escapada, el cuarto día, el del nada deseado regreso, decidimos hacerlo desde Cangas de Onís, a través de la carretera que pasará por el Desfiladero de Los Beyos, para posteriormente terminar en el Embalse de Reinosa. Aunque es un trayecto que se hace pesado y alarga el viaje, merece la pena poner una buena música de fondo y disfrutar con mucho cuidado de la serpenteante carretera que se mueve con el espectacular paisaje.
No hay comentarios :
Publicar un comentario