jueves, 1 de agosto de 2013

FRANCIA

Recorre Francia en coche durante 15 días a través del Valle del Loira pasando por Paris, con visita Disneyland incluida y regreso por La Rochelle y Pau.

 


Hartos de playa todos los años, decidimos hacer en el verano de 2013 un viaje en familia, donde poder alternar un turismo cultural que a los mayores nos llenase, unido a un turismo divertido que permitiese hacer disfrutar a los más peques.

Así, armándonos de valor por lo que suponía durante 12 días hacerse más de 3.500 Km. (después de estar todo el año cogiendo el coche hasta para comprar el periódico), planificamos atravesar Francia por el Valle del Loira - desde niño me apasionaba la idea de ver tantos y tantos castillos juntos en perfecto estado de conservación -, finalizando en París, con visita a Disneyland para los peques... y los no tan peques, todo hay que decirlo.

La idea gustó tanto que se terminó apuntando parte de la familia, hasta un total de nueve personas ¡Qué listo aquel que inventó el minibus o el monovolumen!.
 



Como hacer un viaje tan largo con niños es complicado, por muy grande y cómodo que sea el vehículo que utilices, planificamos varias paradas, de tal manera que las jornadas nos fuesen muy pesadas.



El Primer Día, el más largo de todos, fuimos hasta Sabiñanigo, primera parada para pernoctar y donde prácticamente pasamos el día ya que llegamos a la hora de comer. Era visita obligada ir a Jaca y ver su Castillo con los ciervos pastando por el foso, la Torre del Reloj y cenar por alguna de sus innumerables terrazas. Pero antes de eso, no podía faltar subir al Monasterio de San Juan de la Peña, centro de muchas de las leyendas de Templarios, por lo que significó según los historiadores, que estuviese allí el Santo Grial durante mucho tiempo.
Monasterio de San Juan de la Peña

El Segundo Día, emprendimos la marcha para cruzar al pais vecino, por lo que salimos prontito ya que la idea era llegar a Burdeos a la hora de la comida. Pese a que nos liamos en algún momento para coger la autopista a las afueras de Pau, que por cierto, decidimos parar a la vuelta ya que hacíamos noche en las afueras de la ciudad, finalmente lo conseguimos y llegamos, aunque con algo de retraso, a comer al Hotel. Por la tarde, un paseo por las calles de Burdeos nos permitieron ver la Catedral de Saint Andre, el puente de Pierre, pasear por la Rue Sainte Catherine y pasar por las puertas del Gran Teatro. Tengo que reconocer que pese a ser una urbe, y a la lluvia que nos calló cuando regresábamos al hotel, Burdeos me encantó.



Catedral de Bordeaux

A la mañana siguiente, el Tercer Día, teníamos que hacer pocos Km hasta Poitiers, por lo que no necesitamos madrugar mucho, ya que tampoco teníamos previsto ver nada interesante por el camino. Allí pasamos casi todo el día, comimos y vimos la Catedral de Saint Pierre, el Palacio de Marechal Lecrele, la Iglesia de Notre Dame la Grande, etc...
 


Église Notre-Dame-La-Grande

Aunque el hotel se encontraba en la zona de Futuroscope, terminamos por sacrificar la visita al parque temático, ya que no había tiempo para más.

A la mañana siguiente, y viendo que Desayuno Buffete junto al Hotel era pésimo para el precio que tenía, nos aventuramos, con los estómagos vaciós, a buscar un sitio para desayunar como nos merecíamos... y lo encontramos en una zona comercial cercana, donde pudimos desayunar no solo un buen café, sino uno de los mejores Croissants que he comido nunca. Compensó la espera.
 
 
Pero lo bueno estaba por venir, y así fue, en nuestro Cuarto Día, donde comenzamos adentrándonos en las tierras del Valle del Loira, visitando la Villa de Richeleau, hasta donde se llega por carreteras que atraviesan bosques y presentan una vegetación espectacular. Un paseo por los inmensos jardines que en su día fueron propiedad del Cardenal y una visita obligada a la pequeña villa.
Tras un par de horas en la zona, nos fuimos a nuestra segunda parada programada, el Castillo de Ussé. No se si sería por ser el primero que vimos, o por el entorno, o por la cantidad de gente que había para visitarlo, pero sencillamente fue Espectacular.

 


Chateau de Usse


Guía de Francia - Tours y alrededores
 
Y la verdad es que no nos dio tiempo para mucho más antes de llegar a la hora de la comida al hotel de Tours, que vimos por la tarde dando un paseo por sus calles, por cierto, solitarias a las ocho de la tarde, y destacando la belleza y grandiosidad de su Catedral. En mi opinión, y reconozco que he sido y seguiré siendo muy criticado por ello, a la altura incluso que la propia Notre Dame de París.  

Catedral de Tours
 

El Quinto Día, nos deparaba un montón de lugares que visitar, y como va a ser la nota dominante de todo el viaje, no nos dio tiempo a ver ni la mitad de lo programado. Aunque muy a mi pesar, nos saltamos ver el Castillo de Chenonceau, e incluso el mismísimo de Ambiose, tengo que reconocer que al final resultó ser por una buena causa, ya que pasamos toda la mañana visitando el Palacio de Clos Luce, última residencia de Leonardo da Vinci, así que os podéis imaginar por qué mereció la pena: si bien la exposición de los inventos de Leonardo Da Vinci estaba bien, pasar la mañana por los inmensos jardines cual parque temático se refiere, llenos de los inventos del propio Leonardo que habías visto en la exposición, pero ahora sí, en grande y pudiendo jugar con ellos, la verdad es que no tiene precio. ¡Que bien se lo pasaron los peques mayores! No había forma de salir de allí, ni siquiera para comer.


Chateau de Amboise
Al final nos fuimos camino de Orleans, donde más relajados, íbamos a estar dos días por lo que ya íbamos sin prisas.


Por la tarde visita por el centro de la ciudad para ver principalmente la Catedral, otro espectacular monumento, y la casa donde vivió Juan de Arco. Al igual que sucedió en Tours, a las ocho de la tarde las calles estaban vacías ... y los monumentos cerrados.


Catedral de Orleans




Al día siguiente, el Sexto Día, teniendo la base en Orleans, nos movimos por sus alrededores, bajando inicialmente al Castillo de Cheverny, famoso por salir en la película de Tintín. Prácticamente toda la mañana viendo el interior del castillo, los jardines, el paseo en barca por sus canales artificiales hechos para transportar inicialmente la madera. En fin, que daban ganas de quedarse una eternidad, ya que además, el buen tiempo acompañaba la espectacularidad del lugar.

 


Chateau de Cheverny


Por la tarde, después de comer, por cierto caro y mal en las instalaciones del Castillo, nos fuimos al Castillo de Chambord. ¡ Sin palabras ! ¡ Enorme ! ¡ Grandioso ! ¡ Ostentoso ! Como si estuviésemos en alguna de esas películas que recrean el renacimiento francés.
Tumbarse en el césped a descansar, a la sombra de un árbol, con un café con hielo, y esa fascinante vista, parecía como si el tiempo se hubiese parado, e hizo que prácticamente nos diese la hora de la cena, y al hotel corriendo. Que pena, porque no pudimos pasar por Blois, otra parada obligada. Me hubieses quedado uno o dos días más en Orleans para terminar de ver la zona, pero a estas alturas del viaje, los peques pedían a gritos llegar a París para ir a Disney.

Chateau de Chambord
 




El Séptimo Día, tranquilos hacia Paris, a recoger las entradas encargadas de Disney, dar un paseo por los Campos Eliseos y terminar en el Hotel que habíamos reservado, en las afueras del recinto del Parque. ¡ Qué acierto ! Una zona residencial, tranquila para descansar de las palizas a andar que todavía nos estaban esperando.
 
El Octavo Día, cogimos el autobus en la puerta del hotel para ir a la Estación de Tren del Parque, desde donde fuimos a Paris. Notre Dame, Louvre, intento de subir a la Torre Eiffel, crucero por el Río Sena, y ... caramba, se nos pasó el día y hora de volver al hotel.

El Louvre, además de esperar una cola de impresión, estaba lleno, con la mitad de los accesos para discapacitados o carritos de niños deshabilitados (si eres discapacitado no puedes ir al Louvre en Agosto), ascensores fuera de servicio y sin control por personal del museo, por lo que fue una odisea estar con el carrito subiendo y bajando escaleras, sin nadie que te ayudase y con la prohibición de subir por las escaleras mecánicas con el carrito abierto. En definitiva, lamentable los servicios del Museo más importante del mundo. Por cierto la Gioconda bien, entre codazo y codazo de asiáticos que mataban por una foto. Menos mal que para algo sirven los más de cien kilitos de peso.

El día no podía finalizar de peor manera que buscando como locos, a las tantas de la noche, la entrada a la estación del tren, ya que sorprendentemente y pese a que venía indicado en el mapa, nada de nada. Al final la encontramos y tras bajar, y bajar, y bajar escaleras mecánicas, con carrito incluido, llegamos al andén, oscuro y mal oliente, donde vino el tan esperado tren que nos llevó de regreso al hotel. La estación de Disney, por cierto, oscura y mal oliente también. Son cosas que no podré entender de un sitio tan visitado turísticamente.


 
El Noveno Día ... Disneyland Paris !! Aunque reconozco que me llevé una ligera decepción. Era agosto y el parque estaba hasta la bandera, enormes colas, los muñecos estaban missing, y para colmo, la comida en algunos "fast food" se acabó a las dos y media de la tarde. Por lo demás, disfrutando como un enano, y viendo las caras de felicidad de los más pequeños de la casa.
 
Disneyland Paris
 
El Décimo Día, de nuevo a París, pero esta vez, después de la mala experiencia del transporte público parisino, en coche. Torre Eiffel, esta vez sí, y que miedito tan alta, el Sacré Coeur, Mouline Rouge, Arco del Triunfo, en definitiva, los monumentos más emblemáticos de París.
 




Me han faltado dos días más en París y otros dos en Disney.

El Undécimo Día, el trayecto planificado era largo hasta La Rochelle, razón por la cual, nos saltamos visitar el Palacio de Versalles, el Parque temático de Asterix y algún Castillo que todavía merecía la pena ver. Por cierto sabías que Versalles tiene cientos de habitaciones, ninguna con baño, porque en la época orinaban en los pasillos (de ahí que las damas llevasen abanico, no por el calor, sino por el hedor que había en el interior). Una vez al año, lo vaciaban de gente y lo limpiaban a conciencia. Curiosidades de la vida.

La villa de La Rochelle preciosa y con una gastronomía variada típica de un pueblecito costero.

Estamos ya en el Duodécimo Día, camino de Pau, donde pudimos ver el Santuario de Lourdes, aunque la lluvia nos obligó a regresar al hotel y no poder ver ni el propio Pau.

Al Día siguiente, se acabó todo lo que se daba y regreso a Madrid.

 
 

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